24/2/16

Competencia y abolir privilegios para bajar inflación

Por Enrique Blasco Garma
Ámbito Financiero, 19 febrero 2016

Existen varias maneras de frenar la inflación. En esta nota propongo medidas contundentes para bajar los precios. Primero, reconocer que muchos precios son demasiado elevados de movida, por “protecciones”. En una nota anterior en Ámbito, explicamos que la Argentina es un país caro por “tratamientos especiales” para frenar la competencia, otorgados por los gobernantes a sectores específicos. Los “protegen” suprimiendo la competencia de potenciales productores.
Al restablecer la competencia, los precios descenderían bruscamente. La actividad económica, el empleo y poder adquisitivo de la gente se beneficiarían de manera muy relevante al abolir esas “protecciones particulares”. Hasta entonces, los argentinos serán presas de feudos especiales, como las sociedades de antaño, donde los reyes y otros caciques concedían privilegios, tierras con siervos de la gleba, condenados a trabajar a cambio de protección y subsistencia, y sin libertad de buscar oportunidades con otros proveedores. El empleador obtenía la exclusividad por toda la vida del siervo y sus descendientes, hasta el fin de los tiempos. Precisamente, el derecho a trabajar y a ejercer toda actividad lícita, establecida en nuestra Constitución, intenta proteger esas libertades de decidir dónde, cómo y con quien trabajar y comerciar. No obstante, los gobernantes han restringido esos derechos y libertades para beneficiar a ciertos intereses.
En la Argentina, los habitantes estamos condenados a consumir lo ofrecido por algunos grupos privilegiados. Así, pagamos, neto de impuestos, la nafta y combustibles 40% más caros que los precios del mercado internacional, para beneficio de YPF y un puñado de petroleros. Consecuencia: pagamos caro los combustibles. El costo de transporte, los gastos de siembra, insumos de varias industrias, se encarecen para ganancia de esos pocos petroleros. Las tarifas eléctricas, el gas, son más caros de lo necesario. Eliminando el privilegio, el ajuste de tarifas podría ser menor o incluso no hacerse.
Celulares, tv, computadoras, los  artículos electrónicos en general son mucho más caros que en Chile o en EEUU. ¿Porqué? Porque nuestros gobiernos han sido generosos con un pequeño grupo de empresarios, suprimiendo la competencia y generando un monopolio de ventajas impositivas en Tierra Del Fuego. Impiden la  competencia para beneficio de esas empresas, que nos castigan con precios exorbitantes. Incluso se les permite quedarse con el IVA que cobran, no pagan impuesto a las ganancias, ni ningún otro tributo nacional. Eliminar el sistema podría reducir los precios de esos artículos en 50%.
También, el costo del estado es demasiado elevado en relación con los servicios prestados, por las ineficiencias, sobreocupación, corruptelas y otros despilfarros de la gestión. Eso se traduce en impuestos, inflación, y demás costos muy superiores a los estrictamente necesarios. Los beneficiados son miles de empleados y aprovechadores de la política que se enriquecen a costa de la población. En todos los niveles y poderes del estado. Si bien desearíamos que el estado ocupe más gente y con mejores salarios, la verdad es que esos salarios y gastos salen del bolsillo de los argentinos. Por eso, un diseño más adecuado de la estructura del estado sería un gran beneficio para nuestra gente.
Esto es una muestra, unos pocos casos puntuales, de porqué la Argentina es un país caro. Para abatir la inflación, un camino es bajar precios de modo contundente, eliminando trabas y privilegios para agilizar la competencia y modernizar al estado, haciéndolo más productivo. Porque la Argentina necesita un estado inteligente, bien preparado para atender las necesidades de los bienes públicos de una sociedad pujante. Pero eliminar costos exige dar la batalla contra los intereses enquistados, cortar privilegios y favorecer la competencia en todos los campos, incluso el empleo en el estado. Y esos intereses lucharán para mantener sus privilegios. 

25/11/15

Desojando la margarita de la devaluación

Por: Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero - 11 noviembre 2015


Se adelantaba nuestra columna del 20/10/2015, en Ámbito Financiero, "Todos los actores económicos observan con máximo interés los indicios para anticipar las medidas cambiarias de la próxima administración. Y, más aún, seguirán con atención los anuncios de los nuevos funcionarios. Es que la política cambiaria es central para una sociedad con alta volatilidad. "Es un interrogante principal del plazo urgente. La política cambiaria es central para determinar precios de venta y compra, salarios, costos, ingresos, activos, deudas y patrimonios. Y es una cuestión ineludible para cualquier nuevo gobierno en Argentina, sea Macri, sea Scioli. Pues el Banco Central carece de reservas y Argentina tiene déficit en sus cuentas externas. Y la emisión monetaria, del orden del 40% anual, excede lo requerido para abatir la inflación. Al mismo tiempo, con el déficit fiscal del orden del 7% del PBI, no es esperable llevar la inflación a niveles más amigables, cuando no existe actualmente otro financiamiento para el estado nacional. Para desenroscar la incertidumbre de cualquier observador, comencemos reconociendo una fuerte vinculación de los precios internos con el tipo de cambio. Algunos voceros no asignan mucha magnitud al denominado "pass through", o traslado de devaluación a precios. Y citan experiencias de diversos países. También aducen que muchos importadores se nutren del "contado con liquidación", de suerte que una suba del oficial a ese nivel tendría impacto menor. Mi experiencia es que todas las devaluaciones impactaron en precios, y cuánto mayores más. Los que idearon el Rodrigazo de 1975 y otras maxidevaluaciones también pensaron que el traslado no sería tan notable. Podemos citar muchas experiencias, tanto en Argentina como en otros países de devaluaciones con fuerte impacto. Especialmente en sociedades donde el dólar es la unidad de cuenta de muchas transacciones. Un caso reciente es la de devaluación 30% del rublo ruso, que llevó la inflación al 15% anual. Supongamos, por un momento, que tienen razón, y que logran compensar buena parte del impacto, y los precios internos de los bienes importables no suben en proporción. Pero los valores de los exportables necesariamente trasladarán a precios internos el nuevo tipo de cambio para liquidarlas más la reducción de las retenciones y otros impuestos. De todos modos, sea menor o mayor la repercusión inicial, la dinámica de emisión monetaria para financiar el déficit fiscal, agrega presión al tipo de cambio y precios todos los días. Al tiempo que el déficit se agranda diariamente por mayor costo de pagos al exterior, servicio de deudas, importaciones. Y si el BCRA carece de divisas y voluntad para regular el mercado, las fluctuaciones cambiarias serían considerables, añadiendo desconcierto. Y sabemos, si suben los precios internos, los salarios y gastos del estado, empresas y particulares también se ajustarían, especialmente con una economía vibrante. Inflación que alimenta mayores precios. ¿Cómo detener ese círculo vicioso? La realidad es la única verdad. Cualquiera fuese el resultado del balotaje, la nueva administración deberá hacer frente al problema de una economía y sistema político con muchas distorsiones. No es un tema de voluntad, de lo que quieran hacer los nuevos mandatarios. La situación inicial de los nuevos gobernantes será la misma, con diferencias en las expectativas de la gente y operadores. Esta columna intenta exponer algunas relaciones dinámicas entre las variables cambiarias, monetarias y fiscales. Las políticas exitosas requieren gran trabajo previo, competente, apoyadas con conocimiento, consensos amplios, novedades estructurales y refuerzos institucionales para destrabar actividades productivas y afianzar certidumbre y derechos personales. Estas falencias hacen que sea tan frecuente el fracaso de los primeros equipos económicos de cada nuevo gobierno, por lo que son reemplazados dentro del primer año y medio. Sin previsibilidad en el tiempo, las fuerzas creativas se coartan, no hay inversión ni trabajo de calidad. La política cambiaria, monetaria y fiscal consistente y consensuada es central para lograr la mejor coordinación de los esfuerzos individuales de todos los miembros de la sociedad, en pos de la expansión de la producción y niveles de vida de nuestros ciudadanos. Por supuesto es central pero no suficiente. Debe acompañarse de avances en la estructura institucional. Un riesgo mayor es encargar el diseño del programa a un iluminado, que desoiga conocimientos e intereses legítimos.

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21/5/14

El Banco Central está en una encrucijada

Por enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 21 Mayo de 2014

En la nota de Ámbito Financiero del 13 del corriente, descubrimos nuevos condicionantes a las decisiones futuras del BCRA. Ellos son producto y consecuencia de elevar la tasa de interés reconocida en los pases pasivos y títulos emitidos por la entidad rectora, cuando prácticamente sus activos no generan renta. Y de esterilizar toda la base monetaria creada con los créditos al Gobierno. Cualquier empresario y contador se alarmaría ante esta situación crítica. Los créditos del BCRA al Gobierno superan 5 veces su patrimonio y no generan rentabilidad. Mientras el monto de los títulos emitidos, de su propia deuda, son mayores que el patrimonio y cuesta un 25% anual. El ente rector del sistema financiero, el encargado de supervisar a los bancos y demás entidades crediticias, al tiempo que garantiza la solvencia de la estructura financiera argentina, tiene un patrimonio debilitado y en proceso de deterioro creciente. 
Al 30 de abril de 2013, el patrimonio de la entidad era de 108.000 millones de pesos. En el activo distinguimos dos activos principales. Las reservas internacionales netas, por 170.000 millones de pesos (21.000 millones de dólares). Y los créditos al Gobierno, por unos 550.000 millones de pesos. Tales créditos al Gobierno son de dos clases principales. En pesos, unos 190.000 millones. En dólares, equivalentes a unos 360.000 millones de pesos. 
El pago de intereses para absorber la liquidez creada por el financiamiento en pesos al Gobierno sumará unos 120.000 millones de pesos en los próximos 16 meses, en las condiciones actuales, monto superior a su patrimonio actual. Para evitar fundir al banco, su directorio deberá hacer un fino equilibrio. Al pagar tasas del 25% anual sobre sus crecientes pasivos debería devaluar el peso a un ritmo aún más alto para no licuar su patrimonio. Reiteramos, el costo de intereses, por lo ya emitido y los nuevos endeudamientos, superará al patrimonio social del último balance mensual, lo cual resultaría en la descapitalización absoluta. Por ello, es imperioso que los activos externos de la entidad aumenten de valor. Un resorte es devaluar el peso. Otra posibilidad sería que el Gobierno reconociera mayores intereses por el crédito que le concede el BCRA. Lo ideal es una tasa por lo menos igual a la pagada por el endeudamiento del BCRA. Pero el hacerlo expandiría el déficit fiscal. 
Ya no se trata de devaluar por razones de "competitividad" de la economía nacional, visión que no es adecuada ni justificada, mostramos en varias notas en Ámbito Financiero. Ahora, la devaluación del peso empuja a aumentar la tasa de interés pagada, lo cual obliga a devaluar para mantener la solvencia de la entidad. Consecuencias de decisiones no analizadas en profundidad suficiente. La devaluación no sólo acelera la inflación, brindando "ganancias" de tipo de cambio real efímeras, sino que lleva a aumentar las tasas para frenar los incentivos a las compras de divisas, y renuencia a liquidarlas por parte de individuos y empresas. La buscada mejora cambiaria, para alentar producciones y mayores saldos de comercio exterior, provoca alzas de costos financieros y disminución de la demanda interna. El tiro por la culata. 

Éstos no son los únicos conflictos. La calidad del balance de la entidad está condicionada por la magnitud del crédito al Gobierno nacional, que equivale a más de 5 veces el patrimonio neto del BCRA. Contabilizado a valor nominal, muy superior al posible valor de realización o de mercado. Si ese crédito se registrara al valor de realización, el ente rector perdería su capital. En la medida que el BCRA va financiando los vencimientos del Gobierno con acreedores externos, pagando de sus reservas internacionales, aumenta el crédito y disminuyen las reservas, debilitando aún más la solvencia de la entidad. El ejercicio postula que el BCRA sólo esteriliza la base monetaria creada por el financiamiento en pesos al Gobierno. Las compras o ventas de divisas en el mercado son monetizadas. Si éste no fuera el caso, y se intentara esterilizar parte del dinero creado con las compras de divisas, el problema sería aún más acuciante.

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13/5/14

BCRA, sin patrimonio antes de las elecciones?

Por Enrique Blasco Garma
Ámbito Financiero, 13 Mayo de 2014

Desde mediados de enero, el BCRA inició una política de absorción creciente de liquidez, elevando las tasas de interés que paga por su propio endeudamiento. Por ello, desde que fijó el dólar en 8 pesos, el patrimonio del ente rector comienza a contraerse aceleradamente. En efecto, el combo de planchar el tipo de cambio en 8 pesos y financiar al sector público a costo casi nulo, mientras absorbe la liquidez creada pagando intereses elevados, arruina el capital del BCRA. Y también el de los privados, por las consiguientes altas tasas de interés y restricción crediticia.


Sabemos que esta política es transitoria. En esta nota demostramos su insostenibilidad proyectando la fecha en que BCRA se quedaría sin patrimonio, de mantener este sendero de financiamiento creciente al Tesoro nacional al tiempo que se recorta el crédito al sector privado y congela la cotización del dólar. 


El problema es que al fijar el tipo de cambio y ganar intereses ínfimos en el resto de su activo, mientras crece el endeudamiento oneroso de la entidad, pagando altas tasas de interés -25% anual-, el capital de BCRA se hunde como una piedra, hasta fundirse antes del año y medio. Para facilitar la comprensión del ejercicio, planteamos supuestos simplificadores. A partir del último dato disponible del balance del ente rector, 30 de abril, aligeramos la política. En el ejercicio, el saldo de las compras de divisas en el mercado ahora se monetiza ampliando o reduciendo la base monetaria en el monto correspondiente a las divisas compradas o vendidas. De modo que las variaciones de las reservas internacionales, por este concepto, se reflejan en variaciones de la base monetaria, sin modificar el endeudamiento del BCRA. Al mismo tiempo, la financiación al Gobierno para pagar los vencimientos de la deuda externa amplía la tenencia de deuda en moneda extranjera del BCRA, en igual valor en dólares. Entonces todo el aumento del endeudamiento por pases pasivos, Lebac y Nobac, sería la contrapartida del financiamiento de la entidad al sector público en pesos. Durante 2013, ese financiamiento sumó 94.000 millones de pesos. ¿Cuánto sumará en el resto de 2014? En los primeros 4 meses de 2013, los créditos al sector público habían expandido la base monetaria en 4.758 millones de pesos. En igual lapso de 2014, la expansión del crédito al sector público fue de 8.653 millones. Esto es, un 80% más. Si suponemos una expansión algo menor, por ejemplo, un 50%, estaríamos proyectando un aumento de 141.000 millones de crédito en pesos al sector público, en todo 2014. Siguiendo el ejercicio, ésta sería la expansión primaria del endeudamiento oneroso de BCRA, vía pases, Lebac y Nobac. 
El saldo de los títulos emitidos por BCRA era de 188.800 millones al 30/4/2014. ¿En cuánto crecería en el futuro? La importancia de esta cuenta es que, bajo los supuestos señalados, el endeudamiento del BCRA crecería pari pasu con los adelantos y otros créditos al Gobierno en pesos, más la carga de intereses, que se va acumulando mensualmente, tanto sobre lo ya emitido como de lo nuevo. El patrimonio de la entidad ascendía a 108.000 millones. 

Para cualquier expansión previsible en el monto de los créditos en pesos al sector público, el BCRA agotaría su patrimonio antes del año y medio. Como es el caso para una expansión mínima del 30% anual, respecto de la del año anterior, y con una tasa de interés del 25% anual. Suponemos una asignación constante mensual, cosa que no es exacta. Recordemos que en los primeros 4 meses, esa expansión fue el 80% mayor a la de igual período del año anterior. En el mejor de los casos, la entidad perdería todo su patrimonio antes de octubre 2015. 
Este ejercicio pretende alertar sobre la inconsistencia de la actual política. Congelar el tipo de cambio es la política que nos parece recomendable para eliminar la inflación y afirmar expectativas favorables para la economía, la sociedad y la credibilidad política. Pero no es compatible con déficit fiscales financiados en forma creciente y sustancial por el BCRA y costos de interés elevados para los pasivos de la entidad. 

Este ejercicio no opina sobre otras debilidades en las cuentas de la entidad. No consideramos la evidente mayor calidad de las reservas internacionales respecto de la tenencia de títulos del Gobierno nacional. Su valor de realización es completamente diferente. Es un tema delicado. El crédito total al Gobierno equivale a 5 veces el patrimonio actual de la entidad. 

Reiteramos. La actual política monetaria no es sostenible. De persistir, BCRA perdería totalmente su patrimonio antes de octubre 2015. Por eso habrá modificaciones.

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10/4/14

Mitos y verdades sobre deuda e intereses

Ámbito Financiero. Por Enrique Blasco Garma

Existe una fuerte discusión política y económica respecto del peso de la deuda pública sobre el crecimiento de los países y el gasto en intereses de servir esas obligaciones. Ese debate da lugar a falacias, que existen porque siguen un razonamiento fácilmente comprensible, aunque dejan de lado elementos sustanciales. La falacia se construye así. A mayor deuda pública corresponden mayores gastos de intereses para cumplir la deuda y, por ende, mayores impuestos y menor crecimiento. Este razonamiento penetra en todas las mentes, sin exigir demostración alguna. Sigue así: a mayor endeudamiento público más riesgo, peor calificación, y mayor tasa de interés exigida. Esta visión se vio fuertemente respaldada por el trabajo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, dos prestigiosísimos economistas de EE.UU. Ellos concluyeron: cuando la deuda pública excede el 60% del PBI, el crecimiento cae en un 2% anual. Y cuando supera el 90%, la tasa de crecimiento cae a la mitad. Esto lo publicaron, en un artículo muy influyente en la discusión política, en el más prestigioso de los Journals, American Economic Review de diciembre 2010. El impacto fue tal que dio lugar a un libro, "Esta vez es diferente", de gran éxito e influencia política en EE.UU., especialmente en el Partido Republicano, aportando munición para las reducciones de gastos federales y mayores impuestos de 2013. Y también prendió en Europa, tanto en la eurozona como en el Reino Unido. Los partidarios de la austeridad fiscal encontraron un fuerte soporte en este paper. Más tarde, varios autores criticaron la calidad de los datos, empañando la contundencia del relato.
Desde finales de la década de 1960, la deuda pública de la mayoría de las naciones ha estado creciendo en forma continuada. En EE.UU. la relación deuda pública total/PBI era del 41% en 1980. Ahora supera el 100%; no obstante, la tasa de interés a 10 años primero creció del 6,67% anual, al final de la década de 1960, hasta casi el 14% en 1981 por la contracción monetaria para frenar la inflación, hasta la actual del 2,7% nominal. Y en títulos ajustados por inflación, el rendimiento cayó del 3% anual, antes de la crisis en 2007, al actual 0,6% anual. Es ese lapso, la deuda federal de EE.UU. aumentó del 58% al 104%. Lo mismo el Reino Unido y demás países avanzados. El caso de Japón es emblemático, con una deuda del 50%, en 1980, y superior al 240% en 2013, paga las menores tasas de interés del planeta, el 0,6% nominal anual a 10 años y el 1,75% a 40 años. El conjunto de los países de la OECD presenta un endeudamiento público del 110%, cuando en 2008 alcanzaba sólo el 40%. Y las tasas pagadas por la deuda nacional cayeron drásticamente. Cabe advertir que al término de la Segunda Guerra Mundial, el endeudamiento había alcanzado los niveles actuales para luego caer a un poco más del 25%, a finales de la década de 1960 y principios de 1970.
No obstante la creciente deuda pública, manifestada desde mediados de la década de 1970, las tasas reales de interés tocaron un pico en 1982 -época de la crisis de la deuda en la Argentina y el resto de Latinoamérica- para luego ir descendiendo paulatinamente. Hoy los países con nexos financieros fluidos pagan tasas de interés reales muy cercanas a cero.
Seguramente existen varias y diversas explicaciones de por qué las tasas reales de interés han estado 
decreciendo marcadamente hasta llegar a cerca de cero, o incluso negativas, a pesar de las deudas públicas tanto más voluminosas, en continuado ascenso. El Fondo Monetario Internacional dedica todo un capítulo de su último World Economic Outlook al tema, donde propone varias explicaciones.
Desde el punto de vista de la economía que enfatiza los encuadres institucionales, la mayor confianza generada por gobernanzas transparentes/previsibles, con funcionarios responsables ante el electorado, la Justicia y demás entes de control ciudadano justifica la baja del riesgo y, con ello, la menor inflación y menores tasas reales de interés. En general, las deudas tanto públicas como privadas se expanden en contextos de desarrollo económico y social. El progreso conduce a la progresión de contratos. El mismo acto o actividad económica se divide en mayor número de contratos para satisfacer a un número más grande de actores económicos y así obtener mayores valores. Más riqueza. En consecuencia, a medida que las naciones maduran se multiplican los instrumentos financieros y las deudas. El desarrollo aumenta los activos financieros, las deudas de los actores económicos, más que la producción de bienes y servicios.
La falacia de la incidencia de la deuda pública merece mayores estudios. Su influencia en la política económica de una nación es muy considerable.
*Economista

11/6/13

Gurues financieros yerran (de nuevo) con el Euro


 Apesar de los presagios nefastos y sus presuntas falencias, la eurozona sigue creciendo. La Comisión Europea acaba de aceptar el pedido de Letonia de integrarse al euro. Aunque todavía faltan las aprobaciones del Consejo Europeo, prevista para fin de mes, y del Paramento Europeo, para principios de julio, y de los ministros de finanzas, el 9/7, descontamos que el 1/1/2014 el país reemplazará su moneda, el lats, por el euro. Esta decisión confirma la enorme equivocación de los que auguraban el derrumbe del euro. Recuerden las recomendaciones de los máximos gurúes, incluso premios Nobel de Economía instando a Grecia, España y otras naciones PIIGS a reimplantar el dracma, la peseta, etc., aboliendo el euro.

Ambito Financiero. Por Enrique Blasco Garma


No obstante, los países fueron acordando medidas para reforzar el euro. No sólo las naciones del euro. De los nueve países fuera del euro, comprometidos a mantener una paridad fija, pertenecientes al Mecanismo de Tipo de Cambios (ERM II), sólo Dinamarca y Lituania restan unirse al euro, los otros seis ya lo habían completado antes. Y Letonia se suma en 2014. Aparte, Bulgaria mantiene su moneda fija al euro y Suiza puso un techo de 1,20 franco suizo por euro. En vez de salirse del euro, las naciones se incorporan.
Letonia aprobó los Criterios de Convergencia de la Comisión Europea para entrar al euro. En efecto, en el último año terminado en abril de 2013, la tasa media de inflación anual fue del 1,3%. En 2012, el déficit fiscal fue del 1,2% del PBI y la deuda bruta era del 40,7% del PBI. La Comisión Europea prevé que en 2013 el déficit se mantenga en el 1,2% y que la deuda pública aumente hasta el 43,2%. La tasa de interés de largo plazo promedió el 3,8% anual. La Comisión comprobó que Letonia cumple todos los requisitos relativos a la independencia del banco central, la prohibición de financiación monetaria del déficit fiscal y a la integración legal en el eurosistema.
Estos logros no fueron fáciles. Ante el frenazo impuesto por la crisis, Letonia ajustó rápidamente sus cuentas. A pesar de que, entre 2007, inicio de la crisis mundial, y 2010, el PBI cayó más del 20%. El déficit fiscal equilibrado en 2007, se desbandó al 7,8% del PBI en 2009. Y el déficit externo, que por los fuertes ingresos de capitales alcanzó el 22% del PBI en 2007, se convirtió en un superávit superior al 8% en 2009. Un ajuste que pocos países hicieron y es fuertemente rechazado por los contrarios al euro. En recompensa, el PBI aumentó el 16%, desde 2010. A partir de 2014, Letonia contará con el apoyo del Banco Central Europeo; ya no estará sola frente a las adversidades.

31/5/13

Aún con la crisis el Euro vivito y coleando

Ámbito Financiero. Por Enrique Blasco Garma
A partir de la crisis griega, los expertos más renombrados del mundo vaticinaban y recomendaban el quebrantamiento de la eurozona por fallas insalvables. Las manifestaciones populares contra los ajustes en Europa reforzaban la idea y daban pie a pronosticar que los pueblos no aguantarían la austeridad y los ajustes en marcha para enderezar los desbalances fiscales y externos. No sólo fueron palabras. Los bancos e inversores más poderosos también apostaron por el derrumbe y lo “insostenible” de 16 países diferentes compartiendo la misma moneda. ¿Cómo era posible que países con productividades, culturas laborales y de ahorros tan diversos compartieran la misma moneda? Dichas apuestas profundizaron la recesión y la caída de activos y el empleo. Los eternos partidarios de la devaluación como remedio macroeconómico se frotaban las manos anticipando que los países correrían a sustituir al euro con sus monedas nacionales.
Desde esta columna sostuvimos, desde fines de 2009, que ningún país abandonaría el euro y que la crisis señalaría oportunidades para enderezar las instituciones europeas y fortalecer la moneda común. A pesar de los pronósticos negativos, de los 11 países miembros iniciales, en 1999, pasaron a los 17 actuales. En 2009 se incorporó Eslovaquia y en 2011, en lo más álgido de la crisis, Estonia. Además, otros países europeos mantienen una paridad fija con el euro, como Dinamarca, Bulgaria, Rumania, Lituania y Letonia, y alguno de ellos ingresará pronto en la eurozona. Además, Suiza ha establecido un piso fijo para el franco respecto del euro. La corrección de los déficits externos de los denominados países PIIGS, desde la crisis, enseña que no es necesario devaluar para conseguir equilibrios del balance de pagos.
Los que apostamos por el euro pudimos conseguir grandes rendimientos, con las subas bursátiles y la apreciación de los bonos soberanos, desde agosto 2012. Los bonos griegos a 10 años rendían más del 30% en junio de 2012, hoy rinden menos del 9%. Los rendimientos de los bonos portugueses bajaron del 12,5% anual al 5,5%; los de España, del 7,5% al 4,4%; Irlanda, al 3,5%; Italia, del 6,45% al 4,06%. Recordemos que los bonos emitidos se aprecian cuando sus rendimientos disminuyen, porque el flujo de fondos contenidos en el bono se descuenta a una tasa menor. Con la baja del rendimiento del bono griego se pudo ganar el doble de lo pagado, es decir, más del 100% de lo invertido en menos de un año, en euros, que, encima se apreciaron en el período de 1,25 dólar al actual más de 1,285/1,29 dólar por euro.
Los expertos euroescépticos no toman en cuenta que, si bien la crisis alimentó broncas y angustias, pedidos de atenuación de costos y cambios de Gobierno, los partidos políticos contrarios al euro no consiguieron ni conseguirán la mayoría de los votos en naciones con electores relativamente ricos y maduros de edad, adversos al riesgo de embarcarse en aventuras que pongan en peligro la moneda y el valor de sus activos personales. Es especialmente cierto en las naciones PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España), donde las dirigencias nacionales, libres de ataduras institucionales, resultan menos confiables que sujetas a la pertenencia a la UE y al euro, a los ojos de los votantes. Al profundizarse la crisis, el temor al futuro prevalece por encima de la rabia por la caída de ingresos. La Unión Europea y el euro ofrecen una estructura supranacional que, al acotar y enmarcar el margen de decisión de los gobernantes, contiene la incertidumbre y los temores de los votantes a la posible acción de dirigentes locales desprestigiados. La existencia de esta red de contención da ventajas a las desacreditadas dirigencias nacionales favorables al euro, frente a los que abogan por salirse de ese corsé. Ese temor a sus propios dirigentes mantiene la voluntad de reforzar los vínculos con la eurozona y las restricciones que impone; el pánico ante la propuesta de reponer el dracma y otras monedas locales que se devaluaban constantemente.

24/5/13

Las reservas bajan y seguirán bajando

Ámbito Financiero. Por Enrique Blasco GarmaExiste una opinión generalizada de que las reservas del BCRA aumentarán durante 2013 y, en especial, en este segundo trimestre del año. Sostienen que lo peor ya pasó, que no hay vencimientos de la deuda importantes hasta septiembre. Que ingresará la venta de la cosecha gruesa, el amplio saldo comercial de 10.000 millones de dólares, los fondos del blanqueo.
BLASCO
Desde fin del año 2012 y hasta el 7/5/2013, las reservas internacionales del BCRA se contrajeron de 43.290 millones de dólares a 39.361 millones, una reducción de casi 3.930 millones de dólares. Que las reservas internacionales continúen descendiendo en los meses de mayor liquidación de exportaciones y sin pagos de deuda importantes, desorienta a los muchos que proyectan el futuro en base a datos independientes, verosímiles, pero desvinculados de un conjunto financiero específico.

En realidad es inescapable estudiar el balance del BCRA. La verdad contable es una restricción más fuerte que cualquier teoría y, por eso, debe ser siempre reconocida. Los datos y las proyecciones deben ser compatibilizados con las restricciones contables. No importa las suposiciones, la realidad es que las reservas internacionales están en el activo de la entidad. Su magnitud y variación debe resultar -ser compatible- del movimiento de las otras cuentas del balance.
Para hacerlo sencillo y tomando los rubros principales, el activo del BCRA se compone de reservas internacionales, préstamos al Gobierno (en dos entradas, títulos públicos y adelantos), y otros rubros menores. El total del activo, al 7/5/2013, ascendía a 591.870 millones de pesos.
En el pasivo están la base monetaria, 296.000 millones; cuentas corrientes en otras monedas; títulos emitidos por el BCRA, 121.970 millones de pesos; y otros rubros. De la diferencia entre activo y pasivo resulta el patrimonio de la entidad.
En el cuadro adjunto se ilustran los principales movimientos en las cuentas del BCRA. La segunda columna, desde fin de 2012 hasta el 7/5/2013, la tercera, en los últimos 12 meses. Las cifras están en millones de pesos. Al final, se detallan las reservas en millones de dólares y la ganancia del BCRA por la devaluación del peso (revalúa las reservas internacionales netas).
Las variaciones de las reservas internacionales, valuadas en pesos, compiten por un espacio en el activo con la asistencia al gobierno. Cuanto mayor asistencia al gobierno menos lugar queda para las reservas internacionales. La suma del activo debe necesariamente coincidir con los pasivos y patrimonio. Esto es, base monetaria más títulos emitidos, más la variación del patrimonio. Cuanto mayores los recursos asignados al gobierno, menos reservas podrá sostener un mismo pasivo más patrimonio. Durante 2013 y los últimos 12 meses, los pasivos (base monetaria + títulos emitidos) crecieron en 10.849 millones y 82.464 millones, respectivamente. Mientras el patrimonio se expandió en 17.014 millones y 35.427 millones respectivamente. Como el gobierno recibió fondeo por 23.166 millones y 125.772 millones, respectivamente, y otros rubros restaron 12.515 millones y añadieron 2.041 millones, respectivamente, las reservas debían decrecer en pesos, 7.818 millones y 5.840 millones, respectivamente, como ocurrió. La devaluación, de 4,43 pesos por dólar, vigente al 7/5/2012, a 4,91, a fin de diciembre 2012, y a 5,21 al 7/5/2013, se materializó en la baja de reservas de 3.929 millones de dólares y 8.226 millones, respectivamente.
Conclusión: las reservas surgen de movimientos en las cuentas del balance del BCRA y deben de ser compatibles con ellas. Mientras los recursos del ente se vuelquen a fondear al gobierno, las reservas se verán deprimidas. La devaluación eleva el patrimonio del BCRA y la demanda de base, pero también impacta en las cuentas públicas y las expectativas.
Si se desea ganar reservas, el gobierno debería financiarse por fuera del BCRA. Por otro lado, las reservas están para usarse en tiempos conflictivos. No hay que tener miedo a la disminución en tanto se vaya elaborando un programa para recuperarlas o contener el descenso. No obstante, la contracción de las mismas alimenta incertidumbres en el cuerpo social. Finalmente el dólar es ancla -unidad de cuenta- de los argentinos. Las bruscas devaluaciones engendran crisis. Y las mayores alumbraron violentas inflaciones, caídas de ingresos y descontentos sociales que tumbaron gobiernos.

19/12/12

Crisis del Euro: Lecciones para Argentina

Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 19 de diciembre de 2012
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=668174
La crisis del euro adquirió dramatismo a fines de 2009, fundamentalmente por las revisiones al déficit y deuda pública comunicadas al asumir el nuevo Gobierno griego. Tras esa novedad, un importante conjunto de economistas y destacadas personalidades redoblaron vaticinios de la «imposibilidad» de subsistencia de Grecia y otras naciones «periféricas» en el euro.
Desde esta columna de Ámbito Financiero sostuvimos lo contrario, que el euro se fortalecería con las dificultades y las autoridades de los países miembros adoptarían las medidas necesarias para ello. Más tarde, las secuelas de la restricción crediticia se extendieron a Irlanda, Portugal, España e Italia. Para colmo de males, los pronósticos de abandono del euro incentivaron temores cambiarios y retiros de depósitos bancarios en las naciones consideradas menos competitivas. La consecuencia fue restricciones crediticias aún mayores y desplomes del nivel de actividad, copiando a los sufridos en nuestro país en la antesala de la crisis del 2001/2.
Los especialistas en Europa acuñaron el término PIIGS, por las siglas en inglés de los cinco países con mayores dificultades. Los agoreros resaltaban los desbalances, desigualdades de productividades, de actitudes culturales y propensiones a trabajar y ahorrar. Anunciaban la inexorable devaluación de esos países, a los que recomendaban adoptar monedas nacionales propias, flotando respecto del euro. Así, Grecia debía retornar al antiguo dracma, su unidad monetaria anterior. ¡Los fundamentalistas del «retraso cambiario» bramaban por la inmediata adopción de monedas nacionales! ¡Era imposible seguir adelante con el euro, según un gran número de respetados especialistas! Con argumentaciones paralelas a las utilizadas para abogar por una devaluación del peso en nuestro país.
Gran parte de esos especialistas están educados en las teorías del «equilibrio», visiones de agentes económicos que se mueven dentro de senderos acotados por severas curvas geométricas, comportamientos embretados por ecuaciones parciales que determinan «variables de equilibrio». En esa visión, las políticas no juegan o sólo ejercen un rol secundario. Sólo las «variables» pueden moverse y una de las principales es el tipo de cambio.
Los líderes europeos siguieron otro camino. Reconocieron que la construcción política de la Unión Europea era el vehículo principal para proteger los derechos y logros personales de los europeos. Y que las normas y acuerdos políticos pueden reformarse y adecuarse para superar los conflictos y prosperar en forma sustentable a mediano y largo plazo. Instituyeron los pactos fiscal, económico, bancario y político para hacer más efectiva y competitiva la UE, exigiendo cesiones de soberanía nacional en beneficio de la coordinación de las decisiones comunitarias y de la población del conjunto europeo. En la emergencia, el Banco Central Europeo está teniendo un papel importantísimo, siempre respetando su mandato institucional. Contrariando la «imposibilidad competitiva» o «retraso cambiario» dictaminado por expertos, las naciones «periféricas» están expandiendo sus exportaciones. Ante el Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, Mario Draghi, presidente del BCE, acaba de informar que las exportaciones de España crecieron en volumen un 27%, desde 2008. Y las de Irlanda el 14%; de Italia el 21%, Portugal el 22%. Otros países de la UE que están fuera del euro, como los bálticos, a los que el FMI había recomendado devaluar la moneda fuertemente para superar la crisis, optaron por mantener la relación fija con el euro y recuperaron significativamente sus economías. Más contundente, Estonia entró en el euro.
Estas breves consideraciones muestran que la economía, como ciencia social que es, ofrece posibilidades, aperturas, que muchas veces los técnicos no advierten. El tipo de cambio de «equilibrio» es una falacia, pues el balance cambiario y las reservas internacionales reflejan movimientos financieros de diferentes orígenes. Nunca existe un equilibrio inmutable, ni ceñido en márgenes estrechos, en las grandes sociedades complejas donde interactúan decenas de millones de personas. Está muy generalizado ignorar las condicionantes políticas, las restricciones financieras, y hasta contables, y las consecuencias. Por ejemplo, los que insisten con supuestos «retrasos cambiarios» se olvidan que las devaluaciones catapultan la inflación, deterioran la confianza y, generalmente, tumban gobiernos.
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6/12/12

Para ahorrista: El que apuesta contra el euro pierde

Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 6 de diciembre de 2012

La eurozona ha venido sufriendo fuertes apuestas a su indefectible disolución. Grandes fondos especulativos e inversores particulares apostaron trillones de dólares, vendiendo en descubierto (sorteando) activos en euros y adquiriendo CDS para lucrar con las pérdidas proyectadas de potenciales defaults europeos, basados en prejuicios teóricos de importantes economistas y comentaristas. John Paulson, directivo de hedge funds con activos por 20.000 millones de dólares, atribuyó sus pérdidas de este año a esas apuestas. Estos hechos confirman la sentencia del más famoso economista del siglo XX, J.M. Keynes: las ideologías son mucho más relevantes que lo generalmente admitido.
Esas jugadas precipitaron una apreciable contracción del crédito a Estados soberanos, comenzando con Grecia a fines de 2009. El PBI por habitante cayó, elevando el desempleo y generando un torbellino vicioso que deprimió el valor de bonos soberanos y capitales bancarios (fuertes tenedores de esos bonos). Sin crédito, cualquier sociedad se contrae. Los números del cuadro confirman la tremenda caída del PBI por habitante y el aumento del desempleo en los países más afectados.
A pesar de las fuertes pérdidas, las cifras de ingreso por habitante testimonian los logros y el valor conseguidos con las instituciones europeas, incluso para este grupo de las naciones menos prósperas. Los más de 14.000 euros que gana cada ciudadano portugués, los más de 22.000 euros de cada español y los casi 35.000 euros de cada irlandés, sin importar su edad, confirman lo valioso de la eurozona. Una vez que estas naciones vuelvan a niveles habituales de empleo, el ingreso promedio crecerá en igual proporción.
Ante la gravedad de la hora, los Gobiernos enfrentaron los hechos de forma realista. No podían llevar a cabo políticas expansivas cuando carecían de crédito. Por ello, decidieron medidas en cuatro sectores, que todavía están en proceso de completar.
A. Constituir una unión fiscal con reglas para coordinar las cuentas de cada Estado miembro y crear un fondo, denominado Mecanismo de Estabilidad Europea, ESM, dotado de 700.000 millones de euros para atender dificultades financieras de naciones que acuerden programas de ajuste.
B. Concretar una unión bancaria con una única entidad controlante con capacidad de resolver liquidaciones, fusiones y reestructuraciones de entidades financieras.
C. Promover una unión económica para acelerar el crecimiento y el empleo, reduciendo las trabas a la competencia.
D. Avanzar en una unión política donde el ejercicio de la soberanía compartida esté asentado en legitimidad política. Este programa fundacional de cuatro bases propone una efectiva solidaridad europea, como vaticinaba Robert Schuman, ministro francés y uno de «padres principales de la unidad europea».
La confianza en la moneda euro ha sido un resguardo crucial para evitar una crisis más pronunciada aún. Esa confianza se asienta en un poder adquisitivo estable. La política monetaria del Banco Central Europeo, BCE, consiguió mantener la inflación en un promedio del 2,06% anual, desde su creación en 1999. La confianza ganada por BCE permitió llevar a cabo los programas de compra de bonos soberanos, limitada por un período, primero; luego los redescuentos de largo plazo a bancos, LTRO, y finalmente las operaciones ilimitadas de compra de bonos, OMT, condicionados a la aprobación de un programa de ajuste con el ESM. Tales decisiones pusieron un piso a las cotizaciones de bonos y activos bancarios, sentando bases para la recuperación del crédito.
Por otro lado, la confianza en el euro también exige aventar los temores cambiarios, que ponen en riesgo al sistema monetario de toda la eurozona, fugando capitales y restringiendo el crédito en los países más débiles, y expandiéndolo en demasía en los más fuertes. En definitiva, la moneda común se sustenta en la conformidad de grandes mayorías y de todos sus Gobiernos. Si la gente quisiese reemplazar al euro, la unidad monetaria sucumbiría. La fortaleza de cualquier moneda se construye con estabilidad de precios internos y externos, esto es cambiaria.
Las medidas implementadas por las autoridades europeas apuntan a eliminar el riesgo cambiario, condición liminar de la eurozona. Los críticos del euro no parecen reconocer la necesidad de una moneda común, dada la imposibilidad de mantener un verdadero mercado integrado y monedas independientes.
La prosperidad de Europa está atada a concretar los programas expuestos y así incentivar la competitividad de cada una de sus naciones miembros.

26/11/12

Una devaluación, la invitación a subir al Titanic

Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 26 noviembre de 2012
¿Aceptaría una invitación al viaje inaugural del Titanic, sabiendo que terminó naufragando? No obstante, varios especialistas nos invitan a devaluar para superar el «atraso cambiario», cuando sabemos que el resultado es siempre mayor inflación.
La economía es probablemente la más compleja de todas las ciencias. Basta comprobar que analiza las actividades de miles de millones de individuos interdependientes que deciden enmarcados en contextos ideológicos e institucionales constantemente cambiantes y diferentes. Cada una de las decisiones particulares incide y afecta al resto de las personas, que las debe considerar y tomar en cuenta. Por eso, la incertidumbre envuelve permanentemente las actividades humanas. Sin embargo, cualquiera se anima a opinar, tentado por lo familiar de los problemas que trata la economía: actos corrientes del común de la gente. Hasta profesionales especialistas caen en falacias y trampas lógicas que tiende esta disciplina tan sencilla en su superficie y tan enmarañada en su interior profundo. Por ejemplo, es casi intuitivo concluir que cuanto más elevado el tipo de cambio, mejores las condiciones económicas y sociales, por mayores exportaciones y menores importaciones. De ahí que una creciente pléyade de especialistas recomiende devaluar al peso, alarmada con lo que califican de «atraso cambiario». Incluso llegan a dictaminar que los controles de cambio son consecuencia de un dólar «barato», independiente del contexto global, económico, político e institucional.
El tema del tipo de cambio es de suma importancia para la política económica y las decisiones individuales de millones de argentinos. Analizar la cuestión requiere salir del análisis parcial de las decisiones aisladas y adentrarse en la comprensión más integral del contexto. La cuenta corriente del balance de pagos, el saldo entre las exportaciones (ventas al extranjero) de bienes, servicios y pagos corrientes, y las importaciones, X-M (exportaciones menos importaciones, por las siglas en inglés) es exactamente idéntico, por tratarse de una igualdad contable, al saldo entre producción nacional de bienes y servicios (Y, por sigla en inglés) y la demanda agregada nacional de bienes y servicios. En otras palabras, X-M= Y-DAN= Y-(C+I+G), la demanda agregada nacional se compone de consumo, inversión y gasto público. Esta identidad se verifica siempre, al final de cada día, pues no constituye una teoría a demostrar, sino una definición vigente en toda circunstancia, inalterable.
Si bien la incidencia del tipo de cambio parecería ser relevante, a priori, para el saldo comercial, no es tan evidente cuando se mira la otra cara de la misma realidad, la brecha entre producción y demanda globales nacionales. El término a la derecha de la ecuación tiene indudables ribetes financieros: cuando un individuo o una sociedad desea radicar capitales en el exterior, genera superávit de cuenta corriente y produce más de lo que gasta. Para aumentar el gasto interno, se necesita disminuir el superávit en cuenta corriente, gastar más que el aumento de la producción y así gozar de mayor bienestar. En esta visión más abarcadora, el tipo de cambio tiene un rol menos evidente en el bienestar. Avanzando un poco más, podemos ampliar la identidad contable anterior:
X-M=Y-DAN= Y-C-I-G= Superávit del sector privado + Superávit público, simplemente sumando y restando la recaudación impositiva del lado derecho de la ecuación y agrupando términos. Superávit privado= Y-T- (C+I). Superávit público = T-G. El resultado de la cuenta corriente es simplemente la suma de los superávits privados y públicos. No parecería posible que un tipo de cambio más elevado genere siempre mayor superávit, sin lastimar la demanda interna.
Mayor tipo de cambio implica mayor nivel de precios. A contrapelo de los deseos de estabilidad de precios de la sociedad, los que proponen devaluar la moneda, para subsanar el «retraso cambiario», no explicitan la conexión entre tipo de cambio y nivel de precios internos. Es indiscutible que las devaluaciones elevan los precios internos en la misma proporción, al encarecer los bienes exportables e importados, en primera instancia, y luego todo el resto de la estructura, a menos que se restrinja la demanda interna. Es como el gato que corre detrás de su rabo. Si no cambia el tamaño del gato, nunca la alcanza. La única manera de devaluar por encima de la inflación es frenar la demanda interna. La ecuación presentada expone que para obtener mayor superávit de cuenta corriente, se debe restringir la demanda interna, en relación con la producción. O lo que es lo mismo, aumentar los superávits privados y públicos, esto es, restringir el gasto en relación con los ingresos. Como, a la larga, la demanda global avanza copiando a la producción, la historia muestra que el mayor impacto de las devaluaciones fue siempre acelerar la inflación y, en el plazo inmediato, restringir el consumo y la ocupación y debilitar a los gobiernos democráticos. El remedio para el «atraso» fue siempre acelerar la inflación.
Tras la maxidevaluación que terminó con la convertibilidad, las importaciones se desmoronaron de 19.200 millones de dólares, en 2001, a menos de 8.500 millones, en 2002. Las importaciones se derrumbaron porque la gente dejó de consumir e invertir. Los ingresos no le alcanzaron para pagar los mayores precios internos impulsados por la devaluación. Sin consumo, se quedaron sin trabajo y perdieron ingresos; las ventas internas se licuaron y la desocupación se extendió por todas la familias. La desesperanza se generalizó. Peor aún, el proceso de reducción de la demanda interna se había iniciado en 1998, cuando las importaciones alcanzaron casi 30.000 millones de dólares. La gente venía sufriendo varios años. Contrariando la tesis del ajuste cambiario, la devaluación no estimuló las exportaciones, que cayeron en casi 1.000 millones, entre 2001 y 2002.
No nos podemos asombrar. La experiencia argentina y de países hermanos es que el principal efecto de las devaluaciones es acelerar la inflación, profundizar la pobreza y desestabilizar gobiernos. Las devaluaciones disminuyen el poder adquisitivo de los asalariados, jubilados y empresarios vinculados con la demanda interna, que constituyen la mayor parte de la economía nacional. Por eso, las devaluaciones siempre contrajeron la demanda interna. Además, los gobiernos que devaluaron fuerte perdieron autoridad y tuvieron que precipitar su salida. Las devaluaciones no fueron negocio para el conjunto de la sociedad. Azuzada la inflación por las devaluaciones, la Argentina debió reajustar el peso, quitándole ceros. La moneda actual es el resultado de quitarle 13 ceros al peso moneda nacional vigente hasta 1970. Pocas naciones sufrieron tanta inflación. El tipo de cambio actual sería de 48 billones (millones de millones) por dólar, expresada en pesos moneda nacional (la vigente hasta 1970). ¡Y siguen machacando con el tipo de cambio atrasado! Desoyen el reclamo de la gente por estabilidad de precios.
Claude Shannon, el fundador de la teoría matemática de las comunicaciones y una de las mentes más brillantes del siglo XX, postulaba que información es lo que reduce la incertidumbre. Para controlar la realidad necesitamos conocer cómo funciona. Utilizando esquemas de pensamientos parciales e infundados nos alejaríamos de nuestros objetivos. Los devaluadores también recomiendan hacerlo a EE.UU., que tiene el mayor déficit de cuenta corriente del planeta. Y a los países del euro, para ganar competitividad. Los dirigentes de esas naciones saben que devaluar conllevaría reducir la demanda interna, como ilustra nuestra fórmula, justo cuando necesitan estimularla. No les llevarán el apunte.

7/11/12

Devaluadores: gato persigue su cola

Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 7 noviembre de 2012
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=662071
Economistas y ensayistas, incluso muy prestigiosos, machacan con el denominado «atraso cambiario». Insisten en diagnosticar «pérdida de competitividad», atribuyéndola a una insuficiente devaluación monetaria. El culpable del «atraso» y de la «pérdida» sería la autoridad monetaria que no se decide a devaluar la moneda como lo mandarían fórmulas falaces. Aunque la recomendación se presenta en varios gustos, la fórmula básica compara la evolución de precios internos con la del tipo de cambio nominal.
Si la competitividad fuera resultado exclusivo del tipo de cambio, los seguidores del credo «retrasista» habrían hallado la fórmulas de la felicidad. Cualquier país, mediante el simple arbitrio de devaluar su moneda, se convertiría en competitivo. La pobreza de las naciones se superaría mediante la poción mágica de la devaluación cambiaria.
Falsedad
Por supuesto, ello es falso y no rige en ningún país. Y menos para el conjunto de las naciones. Las ganancias de productividad de los pueblos, que motorizan el progreso de la humanidad, resultan en precios que suben menos que los ingresos. La forma sintética de verificar el progreso es justamente que los precios vayan detrás de los ingresos. ¡El aumento de los ingresos/salarios en dólares es otra medida de mayor bienestar! Ello rige tanto en EE.UU., como en China. Esta última nación sería la más «retrasada», donde más subieron los salarios en dólares, entre las economías más importantes del planeta.
En realidad, los tipos de cambio vigentes en los principales mercados reflejan situaciones financieras, expectativas, especulaciones, y otros diversos factores. Las condiciones de competitividad están decisivamente incididas por las oscilaciones de las demandas globales y modificaciones de las capacidades productivas de cada nación o área monetaria. En cierto sentido, competitividad es un concepto financiero, la diferencia entre la demanda y oferta globales de un país. Esto es la cuenta corriente del balance de pagos. Por eso, se dice que Alemania, el país más superavitario del mundo, es el más competitivo. Los devaluadores no han ofrecido una fórmula convincente del significado de competitividad, aparte de su vigilancia de la relación precios y tipo de cambio.
Además, en los países donde la producción de commodities insume recursos locales significativos, los vaivenes de las cotizaciones internacionales alteran los incentivos productivos, los ingresos por exportaciones, rentabilidades sectoriales de modo decisivo. No podemos ignorar las fuertes apreciaciones de los valores de la soja y cereales exportados por la Argentina. Tales alzas modifican las rentabilidades sectoriales y competitividad de nuestra economía, favoreciendo los saldos comerciales con el exterior.
Como el gato que corre detrás de su rabo, acelerar la devaluación del tipo de cambio no nos aseguraría mayores ingresos para el conjunto de la sociedad. Por más rápido que gire el gato, nunca alcanzará a su rabo. Por el contrario, la Argentina tiene una larga experiencia con frustrantes devaluaciones. Las mayores terminaron con gobiernos democráticos y también hicieron perder sustento a los autoritarios. Recordemos el «Rodrigazo» de 1975, que precipitó el desgaste de Isabel Martínez de Perón. Y también la del 6 de febrero de 1989, el quebrantamiento del Plan Primavera, que resultó en la renuncia del ministro Sourrouille y la posterior de Alfonsín.
Devaluar el tipo de cambio conlleva depreciar la moneda. Curiosamente, los devaluadores la proponen para «compensar» la inflación. Hasta el menos avispado sabe que el primer impacto de la devaluación es mayores precios, menor poder adquisitivo de los salarios y de los activos financieros en pesos, mayor conflictividad social, pérdida de autoridad del Gobierno.
Sucesión
Los más jóvenes deben saber que el peso actual, nuestra moneda, es el sucesor de sucesivos signos monetarios que tuvimos los argentinos. ¡El peso actual debería leerse como 10.000.000.000.000 de pesos de 1969! Diez billones de pesos de entonces se traducen en un peso actual, merced a quitas de ceros a los billetes emitidos bajo sucesivas leyes monetarias. Al peso moneda nacional se le quitaron dos ceros, se dividió por 100, en 1970. En 1983, se le quitaron otros cuatro ceros, se dividió por 10.000, para crear el peso argentino. En 1985, el austral tenía tres ceros menos, se dividió por 1.000. Finalmente, en 1992, nació el peso convertible actual, quitando cuatro ceros más, dividiendo de nuevo por 10.000. Esas quitas de ceros fueron para adecuar la moneda a la inflación que seguía a las devaluaciones. La cotización de 4,78 debiera leerse como 47.800.000.000.000 de pesos moneda nacional por dólar. 47,8 billones de pesos por dólar. ¿No les parece suficiente?
Pocas naciones del planeta devaluaron tanto como la Argentina, teatro predilecto de los sacerdotes del «atraso».

14/8/12