Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 6 de diciembre de 2012
La eurozona ha venido sufriendo fuertes apuestas a su indefectible disolución. Grandes fondos especulativos e inversores particulares apostaron trillones de dólares, vendiendo en descubierto (sorteando) activos en euros y adquiriendo CDS para lucrar con las pérdidas proyectadas de potenciales defaults europeos, basados en prejuicios teóricos de importantes economistas y comentaristas. John Paulson, directivo de hedge funds con activos por 20.000 millones de dólares, atribuyó sus pérdidas de este año a esas apuestas. Estos hechos confirman la sentencia del más famoso economista del siglo XX, J.M. Keynes: las ideologías son mucho más relevantes que lo generalmente admitido.
A pesar de las fuertes pérdidas, las cifras de ingreso por habitante testimonian los logros y el valor conseguidos con las instituciones europeas, incluso para este grupo de las naciones menos prósperas. Los más de 14.000 euros que gana cada ciudadano portugués, los más de 22.000 euros de cada español y los casi 35.000 euros de cada irlandés, sin importar su edad, confirman lo valioso de la eurozona. Una vez que estas naciones vuelvan a niveles habituales de empleo, el ingreso promedio crecerá en igual proporción.
Ante la gravedad de la hora, los Gobiernos enfrentaron los hechos de forma realista. No podían llevar a cabo políticas expansivas cuando carecían de crédito. Por ello, decidieron medidas en cuatro sectores, que todavía están en proceso de completar.
A. Constituir una unión fiscal con reglas para coordinar las cuentas de cada Estado miembro y crear un fondo, denominado Mecanismo de Estabilidad Europea, ESM, dotado de 700.000 millones de euros para atender dificultades financieras de naciones que acuerden programas de ajuste.
B. Concretar una unión bancaria con una única entidad controlante con capacidad de resolver liquidaciones, fusiones y reestructuraciones de entidades financieras.
C. Promover una unión económica para acelerar el crecimiento y el empleo, reduciendo las trabas a la competencia.
D. Avanzar en una unión política donde el ejercicio de la soberanía compartida esté asentado en legitimidad política. Este programa fundacional de cuatro bases propone una efectiva solidaridad europea, como vaticinaba Robert Schuman, ministro francés y uno de «padres principales de la unidad europea».
La confianza en la moneda euro ha sido un resguardo crucial para evitar una crisis más pronunciada aún. Esa confianza se asienta en un poder adquisitivo estable. La política monetaria del Banco Central Europeo, BCE, consiguió mantener la inflación en un promedio del 2,06% anual, desde su creación en 1999. La confianza ganada por BCE permitió llevar a cabo los programas de compra de bonos soberanos, limitada por un período, primero; luego los redescuentos de largo plazo a bancos, LTRO, y finalmente las operaciones ilimitadas de compra de bonos, OMT, condicionados a la aprobación de un programa de ajuste con el ESM. Tales decisiones pusieron un piso a las cotizaciones de bonos y activos bancarios, sentando bases para la recuperación del crédito.
Por otro lado, la confianza en el euro también exige aventar los temores cambiarios, que ponen en riesgo al sistema monetario de toda la eurozona, fugando capitales y restringiendo el crédito en los países más débiles, y expandiéndolo en demasía en los más fuertes. En definitiva, la moneda común se sustenta en la conformidad de grandes mayorías y de todos sus Gobiernos. Si la gente quisiese reemplazar al euro, la unidad monetaria sucumbiría. La fortaleza de cualquier moneda se construye con estabilidad de precios internos y externos, esto es cambiaria.
Las medidas implementadas por las autoridades europeas apuntan a eliminar el riesgo cambiario, condición liminar de la eurozona. Los críticos del euro no parecen reconocer la necesidad de una moneda común, dada la imposibilidad de mantener un verdadero mercado integrado y monedas independientes.
La prosperidad de Europa está atada a concretar los programas expuestos y así incentivar la competitividad de cada una de sus naciones miembros.
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