La crisis financiera actual es la más grave desde 1930, que provocó la mayor desocupación en la historia moderna y un largo período de retroceso. Comenzó en EEUU y se desparramó por el planeta, con graves consecuencias políticas, sociales y económicas, el ascenso de Hitler y la II Guerra Mundial.
En la crisis actual, estimaciones iníciales de quebrantos de hasta 500.000 millones de dólares, que parecían siderales, son rebalsadas sin que se conozca la cifra final. El FMI estimó, hace tiempo, un quebranto total de 1 billón de dólares y otros analistas hablan de 2 a 3 billones de dólares. Tales pérdidas reducen los patrimonios y ponen en peligro los niveles de vida de toda la humanidad. Porque los negocios exigen pagos y cobros, confianza en el cumplimiento de contratos y expectativas. Para desarrollar esa confianza y facilitar los pagos, evolucionaron las instituciones financieras, entes rectores y de control. Cada transacción económica tiene un costado financiero. Un pago o cobro, presente o futuro. La especialización y la competencia, que posibilitaron el progreso de la humanidad, son posibles en tanto existan seguridades de pago y colocación de títulos financieros. Sin un sistema crediticio avanzado, la economía y el bienestar mundial quedarían gravemente disminuidos. Los argentinos comprobamos las pérdidas y desazones que origina la ruptura de los contratos financieros muchas veces y, con inusitada gravedad, en 2002.
Las transacciones de bienes y servicios que generan riqueza y empleo descansan en una estructura financiera, un edificio de promesas y contratos interconectados. La crisis actual está desnudando falencias, supuestos desmentidos, cláusulas inciertas, de tal gravedad que la estructura general queda seriamente dañada. Una característica del sistema financiero es su interdependencia o gran conectividad. El quebranto de una entidad resquebraja la confianza en las demás, induciendo retiros de fondos que debilitan a las solventes y dan lugar a ciclos contractivos, desconfianza y pérdidas.
Es imperioso reparar la estructura para que las economías de todo el planeta funcione a buen ritmo. La reparación exige talentos, conocimiento y recursos que obtendrán quienes sepan generar la confianza que está faltando. El gobierno y contribuyentes norteamericanos están comprometiendo pagos por cientos de miles de millones de dólares, cuando el déficit fiscal está aumentando, desde 162.000 millones de dólares anuales, en septiembre 2007, a 370.000 millones a agosto 2008 y una proyección cercana a 500.000 millones en 2009, antes de las asistencias a financieras. A ese monto se la añaden 400.000 planeados para atender a los fondos mutuos. Además, la Fed ha establecido ayudas financieras para Freddie Mac y Fannie Mae, para AIG, líneas de crédito con otros bancos centrales, y otras varias asistencias. Al concretarse, tales programas aumentarán la deuda pública considerablemente.
La economía de EEUU genera unos 15 billones de dólares anuales y los demás países avanzados otro tanto. Con un sistema financiero dañado, la generación de riqueza, el ingreso de la gente, caería dramáticamente. Tenemos mucho que perder, todos los años, durante muchos años, si no se aciertan soluciones. La decisión es acordar recursos importantes de una vez para salvar ingresos durante muchos años. Luego habrá tiempo para revisar decisiones, proponer adecuaciones y castigar actos desaprensivos o deshonestos.
La otra opción es la de Sansón, que se derrumbe el templo aunque todos perezcan.
En la crisis actual, estimaciones iníciales de quebrantos de hasta 500.000 millones de dólares, que parecían siderales, son rebalsadas sin que se conozca la cifra final. El FMI estimó, hace tiempo, un quebranto total de 1 billón de dólares y otros analistas hablan de 2 a 3 billones de dólares. Tales pérdidas reducen los patrimonios y ponen en peligro los niveles de vida de toda la humanidad. Porque los negocios exigen pagos y cobros, confianza en el cumplimiento de contratos y expectativas. Para desarrollar esa confianza y facilitar los pagos, evolucionaron las instituciones financieras, entes rectores y de control. Cada transacción económica tiene un costado financiero. Un pago o cobro, presente o futuro. La especialización y la competencia, que posibilitaron el progreso de la humanidad, son posibles en tanto existan seguridades de pago y colocación de títulos financieros. Sin un sistema crediticio avanzado, la economía y el bienestar mundial quedarían gravemente disminuidos. Los argentinos comprobamos las pérdidas y desazones que origina la ruptura de los contratos financieros muchas veces y, con inusitada gravedad, en 2002.
Las transacciones de bienes y servicios que generan riqueza y empleo descansan en una estructura financiera, un edificio de promesas y contratos interconectados. La crisis actual está desnudando falencias, supuestos desmentidos, cláusulas inciertas, de tal gravedad que la estructura general queda seriamente dañada. Una característica del sistema financiero es su interdependencia o gran conectividad. El quebranto de una entidad resquebraja la confianza en las demás, induciendo retiros de fondos que debilitan a las solventes y dan lugar a ciclos contractivos, desconfianza y pérdidas.
Es imperioso reparar la estructura para que las economías de todo el planeta funcione a buen ritmo. La reparación exige talentos, conocimiento y recursos que obtendrán quienes sepan generar la confianza que está faltando. El gobierno y contribuyentes norteamericanos están comprometiendo pagos por cientos de miles de millones de dólares, cuando el déficit fiscal está aumentando, desde 162.000 millones de dólares anuales, en septiembre 2007, a 370.000 millones a agosto 2008 y una proyección cercana a 500.000 millones en 2009, antes de las asistencias a financieras. A ese monto se la añaden 400.000 planeados para atender a los fondos mutuos. Además, la Fed ha establecido ayudas financieras para Freddie Mac y Fannie Mae, para AIG, líneas de crédito con otros bancos centrales, y otras varias asistencias. Al concretarse, tales programas aumentarán la deuda pública considerablemente.
La economía de EEUU genera unos 15 billones de dólares anuales y los demás países avanzados otro tanto. Con un sistema financiero dañado, la generación de riqueza, el ingreso de la gente, caería dramáticamente. Tenemos mucho que perder, todos los años, durante muchos años, si no se aciertan soluciones. La decisión es acordar recursos importantes de una vez para salvar ingresos durante muchos años. Luego habrá tiempo para revisar decisiones, proponer adecuaciones y castigar actos desaprensivos o deshonestos.
La otra opción es la de Sansón, que se derrumbe el templo aunque todos perezcan.
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