13/4/08

Por qué llega poca inversión extranjera?

Por Enrique Blasco Garma
Ambito Financiero, 22 de mayo de 2007

La CEPAL acaba de confirmar un dato muy preocupante. La inversión extranjera directa (IED) se redujo a un mínimo en América latina. La región recibía 16% del total mundial en 1997, cayendo a apenas 8% en 2006, y nuestro país fue el que más perdió. Recibía 2,7% de la IED mundial, en el período 1992-97, y en 2006 apenas consiguió 0,5%. Si bien toda la región perdió protagonismo con los inversores mundiales, la Argentina fue la que más retrocedió. Esta situación llama poderosamente la atención. Las condiciones externas son las mejores en muchas décadas, para la región y para la Argentina. El mundo crece y demanda ávidamente nuestros productos. En realidad, demanda mucho más de lo que estamos dispuestos a vender, según indican las trabas que imponemos a las exportaciones. En estas circunstancias deberían existir muchas oportunidades de negocios. Es más, los precios de los activos reales y financieros serían muy baratos comparativamente con otros países. ¿Entonces por qué esa reticencia a invertir, esa preferencia comparativa por los activos ofrecidos en otros mercados? ¿Por qué no hay colas para invertir en la Argentina y así aumentar la demanda de trabajo y los ingresos de nuestra gente? Es como si existiese una divisoria marcada. El mundo ansía nuestros productos con avidez, especialmente los que pueden exportarse de la jurisdicción nacional, pero no tanto los activos radicados en nuestro territorio, bajo la protección de nuestras leyes. Orden común La raíz del problema es que los negocios se hacen donde la legislación y las normas cumplen estándares internacionales, configurando una suerte de orden o idioma común. Ello permite desenvolverse en confianza, sin incurrir en incesantes gastos de transacción. Donde no se dan esas reglas con firmeza, los negocios se tornan vidriosos. Es riesgoso contraer compromisos donde las normas se alteran imprevistamente, por decisión de algún funcionario o poder del Estado. Donde grupos particulares pueden ocupar propiedades, obstruir instalaciones, obtener ventajas especiales, el orden se desbarata. Los accionistas de la empresa recriminarían airadamente a quien arriesgase su capital en tan inciertas condiciones. Habiendo tantas oportunidades en el mundo, se valorizan las conductas de cada nación. Las decisiones de inversión se guían por los comportamientos pasados y las expectativas acerca de los actos gubernamentales futuros. Las instituciones -conjuntos de reglas de comportamiento tendientes a hacer más confiables las actividades en los distintos ámbitos- pesan decisivamente en la formación de expectativas. Así, las empresas establecen nexos entre empleados, proveedores, clientes y dueños para afirmar sus prestaciones recíprocas de la forma más eficiente. Los clientes pagan por la expectativa de obtener un servimáscio de cierta calidad, los empleados y proveedores comprometen su esfuerzo a cambio de remuneraciones por un tiempo prolongado y los dueños aseguran con su capital las posibles deficiencias en el cumplimiento. Por su lado, el Estado ofrece el bien público, principalmente seguridad, a cambio de impuestos. Como hay grandes ventajas en el uso monopólico de la fuerza, se establecen controles y divisiones de poderes para evitar que los funcionarios abusen de su poder y no cumplan los mandatos. En esta tarea, son las democracias más transparentes y participativas las que perfeccionan las instituciones para que la ciudadanía controle a sus mandatarios. Por ello, su gente obtiene los ingresos más altos. Diferencias No obstante, el nexo entre riqueza e instituciones no es fácil de comprender y la gente todavía no actúa eficazmente para mejorar el Estado. Por eso, las naciones tienen grados muy distintos de calidad institucional. En cambio, en ámbitos reducidos, como empresas y deportes, los agentes presionan directamente para su progreso. Así, están logrando la estandarización universal de deportes en fútbol, tenis, transformándolos en espectáculos mundiales, de la mano de la televisación mundial de los partidos, con la cual los jugadores y el público se están beneficiando de forma impensada. El conjunto de instituciones ha venido evolucionando a lo largo de la historia. No son la creación de algún genio iluminado, pues responden a características humanas insuficientemente conocidas y a eventos imprevistos. Fracasos La bondad de tales normas se comprueba con los resultados. Por ello, hay países y empresas más exitosos que otros. En cambio, los experimentos sociales que pretendían un orden nuevo fallaron porque nadie tiene el conocimiento necesario para diseñar un régimen institucional. La prueba y error en la práctica social, como los experimentos de laboratorio en las ciencias físicas, paso a paso van mostrando el camino del progreso, asentado en experiencias exitosas sostenidas. En cambio, las creaciones de minorías iluminadas, como el comunismo, nazismo y otros ismos fracasaron y seguirán fracasando. Las empresas y la gente reclaman la seguridad de sus derechos. Los estados que por incapacidad o ideología no puedan sostenerlos están condenados a ofrecer menores oportunidades.

No hay comentarios: